
La lluvia cae punzante
sobre mi fina piel,
sus gotas humedecen
mi rasgado ropaje.
Los truenos suenan,
las paredes tiemblan,
los rayos iluminan
entre las tinieblas.
En mi mano un cuchillo,
sangre en su filo,
llantos en la sangre,
sangre de un niño.
Camino impasible
entre los charcos de sangre,
deshechos humanos,
vísceras a mares.
Entro en la casa,
camino tranquila,
decapito personas,
redecoro el pasillo.
Un policía se me
queda mirando,
con su arma apunta
a mi cabello mojado.
Mis pies continúan
como si él no estubiese,
el cuchillo en mi mano,
el diablo en mi mente.
El joven avisa
que pare o dispara,
prepara el gatillo
pero no hace nada.
No tiene valor
a disparar a una niña,
grave error,
le costará la vida.
Con la ropa ensangrentada
y rabia en mi mirada,
suelto una sonrisa
siniestra y malvada.
Un gesto rápido,
su cuerpo se desploma,
su cuello emana
la sangre de su persona.
Continúo caminando
sonriendo a mi destino,
añorando el día
en que me hagan lo mismo.
El alba comienza a mostrar
los signos de mi matanza,
un orfanato entero,
mi familia más cercana...
Estoy cansada
y tengo hambre,
buscaré una casa
donde poder alojarme.
Hasta que llegue el día
en el que encuentre
a una tierna niña
que pueda superarme...
Tan solo entonces
mi alma será liberada
y el mal de mi interior
desaparecerá.
Hasta que mi sangre
no sea derramada
esta pesadilla continuará...
Mikel.
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