Nada, eso es lo que veo;
frío, eso es lo que siento;
olas, eso es lo que escucho;
un abrazo, eso es lo que anhelo.
Desde esta húmeda roca
a los pies del mar
te escribo los versos
que en un futuro leerás.
La escasa luz
que la eterna lámpara
refleja sobre el mar
me permite leer mi hoja.
La escarcha acumulada
sobre mis pequeñas manos
dificultan la escritura,
solo tu ausencia
me da las fuerzas para continuar.
El escenario se empieza a iluminar,
el alba comienza a ser visible,
con la claridad puedo al fin leer
con claridad los versos ya escritos.
El frío de la noche
mis ojos heló,
mis pulmones enfrió,
mi cuerpo acarició.
Mirada fija al horizonte,
una dama se acerca hacia mi,
visible se hace su sonrisa,
angelical es su rostro.
Se sienta a mi lado,
mi lápiz aprende a navegar,
el viento agita las hojas
de un cuaderno ahora huérfano,
esa dama de él me ha separado,
me lleva sobre sus suaves brazos...
Mikel.
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