Aguardo esperando al amor
sentado en mi viejo sillón,
escuchando como las agujas
dan la vuelta en el reloj.
El tiempo que pasa
hace estragos en mi cara,
blanquea mi fino cabello,
arruga mi piel templada.
El sonido del silencio,
el silencio de mi alma,
el alma de mi cuerpo,
mi cuerpo mortal.
La vida no es eterna,
ni eternos son los latidos,
latidos que mi corazón
bombea anhelando ser querido.
Por ahora solo percibo
que un día llegará mi hora,
se pararán mis latidos
y me acogerá la sombra.
Tengo ganas de respirar
el perfume, el aroma,
de la noble chica
que ponga luz en la sombra.
Hay quien mil mujeres
tiene, y no las valora;
las quiere para el goce,
sus sentimientos ignora.
Hay quien un corazón
busca, uno solo;
para quererle
y ahogar sus lloros.
El teléfono tengo
junto al sillón,
pero no llama,
no hay corazón.
Ojalá sea capaz
de mi número encontrar,
de tener el coraje
para a mi puerta llamar.
Mientras tanto seguiré
sentado en mi sillón,
buscando por la ventana
un símbolo de amor.
Mikel.