Desde las frías sábanas
que arropan mi piel,
observo la ventana,
el cielo, el mar...
Siento un escalofrío
en el interior de mi ser,
un trozo de hielo
se esta transformando
en un gran iceberg.
Agacho la mirada,
pienso en todos aquellos
momentos del pasado
en que fui feliz,
en que un abrazo
formaba parte de mí.
Añoro volver a sentir
esas mariposas volando
dentro de mi estómago
cada vez que acariciaba
esa piel suave y divina.
Ahora no hay piel,
no hay calor,
el amor se esconde
tras las ramas
de un difunto árbol.
Mi corazón abre sus puertas,
busca a la persona adecuada
para que dirija su timón,
navegando por los mares
del bienestar y la pasión.
Ahnelo un corazón,
un corazón sincero,
que le devuela a mi alma
su sonrisa, su color,
con el que remar juntos
hasta que quiera Dios.
Mikel.