3/7/10
El Espejo del Alma
NOTA: Contenido totalmente ficticio e imaginario, cualquier posible referencia a situaciones reales es meramente coincidencial e impremeditada.
Caminando por el estrecho corredor,
dejando atrás la luz y el calor,
agoniza el último resplandor.
Las paredes se empiezan a estrechar,
mis brazos se tienen que organizar
pues quiero seguir, quiero continuar.
Un sonido en la última habitación,
despierta mi piel; escalofríos y sudor,
me acerco con precaución.
Ahora ya nada puedo ver,
tan solo sombras en la pared,
con mis manos tendré
que reconocer el camino.
Un gemido, un grito de placer,
o al menos eso creo entender,
ruido evito hacer.
Bajo mis pies algo puedo notar,
las maderas comienzan a bailar,
de algo me quieren informar.
Mensajes ocultos del destino,
esparcidos en el suelo
por el cual debo caminar.
Un perdido reflejo de luz
desde el lejano cristal
que anteriormente atrás dejé
me ilumina, me permite ver.
Empiezo a dejar de entender,
no me atrebo a continuar,
no sé que debo hacer.
Cierro los ojos alzando la mirada,
aire cojo con la boca cerrada,
sudor bajando por mi garganta.
Sin pensarlo dos veces
la puerta abro
para ver lo que esconde.
Una chica en la cama,
desnuda y desangrada,
un cuchillo en el techo
goteando su alma...
Sala oscura y pequeña,
sin armarios ni ventanas,
única puerta, la entrada.
Curiosa tenebrosa sala,
pues la cama solo estaba,
habitación alejada...
No puedo dejar de mirarla,
tan joven y bella,
tan pronto descansa.
Mi mente contra mí se revela,
¿lo podría haber evitado?,
¿podría haberla salvado?,
¿qué habrá pasado?.
Mi respiración se acelera,
mi pulso se va con ella,
mismo ritmo, misma escena.
Veo un espejo en la pared,
ha aparecido de la nada,
antes no estaba.
Estoy junto a la puerta,
nadie ha podido entrar,
nadie lo ha podido dejar.
Un sonido escucho,
como una brisa de viento,
mi pelo se agita,
caigo al suelo.
En mis párpados se proyectan
escenas de sufrimiento,
violaciones y bejaciones
hechas por un dios pasajero.
Una fina voz me susurra
que no tenga miedo,
que no estoy muerto.
Un fogonazo de luz,
termina por tumbarme
en el frío suelo,
puedo ver de nuevo.
¿Qué ha sido eso?
Me pregunto mientras
contemplo el espejo.
Decido levantarme,
comienzo a correr,
no sé que creer.
Salgo de la casa,
en el césped me tiro,
necesito un respiro.
Una rama de un árbol
me señala una parte
de la antigua fachada
que está más cascada.
Me paro a pensar
en que querrá decirme,
en que será esa mancha.
Un espasmo me dá
en cuanto caigo en la verdad,
es la habitación marginada.
Tras esa pared se oculta,
el cuerpo de la muchacha
que entró en mi alma.
Era joven e inocente,
pero de ella abusaban,
no pudo ser más fuerte,
no aguantó la batalla.
Joven espíritu que vagas
por los senderos de las penas,
por favor, descansa...
Mikel.
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