Doloroso Pasado

Paso las horas
mirando por el cristal,
buscando indicios,
alguna señal.

Contemplando como
se va construyendo
el largo camino
aireado por el viento.

No tengo ganas
de salir a quitar
las marrones hojas
que tiñen el caminar.

La suave brisa
las volverá
a agrupar,
fin vital.

Entre la oscuridad
radiada por las nubes
una luz brilla
y el camino ilumina.

Poco a poco
las hojas son colores,
crecen nuevas flores,
verdes árboles...

Una joven muchacha
se tumba en el prado,
juega con las flores
pues ya han despertado.

Su mirada es ciega,
detecta mi presencia,
sin mirarme me incita
a tumbarme junto a ella.

Mi rostro oxidado
por el tiempo pasado
se despega lentamente,
avanza con cuidado.

No me creo lo que veo,
¿será este mi reo?
Mi alma está confundida,
¿extásis de la vida?

Contemplo a un joven
caballero, cabalgando,
apuesto, trajeado y justiciero,
la agarra de la mano.

La joven le sonríe
y a la vez se resiste
a montar a los lomos
de su manso caballo.

No escucho lo que dicen,
observo con atención,
escondido entre unas hierbas
que rodean mi corazón.

Caballero que se aleja,
caballero deprimido,
enamorado de la joven
pero sin ser correspondido.

Pobre muchacha,
cara de tristeza,
se recoje, se sienta,
en las rodillas
apoya su cabeza.

Mirada perdida,
horizonte lejano,
tranquilidad cedida
por la brisa del campo.

Un arbol acaricia
con su blanca espalda,
largo cabello
que despeja su cara.

Ese mismo aire
separa la hierba,
abriendo un camino
directo hasta ella.

Me levanto y camino,
camino hacia ella,
buscando su mirada,
cargado de esperanza.

Me siento a su vera,
paralelas las miradas,
sobran las palabras,
su perfume embriaga.

El suicidio de una gota
procedente de su rostro
rompe el silencio
tenso y ruidoso.

Aunque tranquilo estoy,
estoy muy nervioso,
pienso bien las palabras
antes de soltarlas.

Acorto la distancia
que separa nuestros cuerpos,
mi mano pasea suave
por su espalda, por su hombro.

De momento no he visto
de que color son sus ojos,
de momento no he escuchado
a sus labios hablando.

Un sollozo,
un abrazo,
unos ojos
encerrados.

Cuando menos lo espero
mueve sus labios,
emite sonidos raros,
vuelve a silenciarlos.

"Duele tener este cuerpo,
no debo de tener sentimientos,
mi piel es lo único que vale
en este maldito infierno"

Sin separarse de mi hombro,
respirando entre lloros,
dice esas palabras
dejando fría mi persona.

"Mi vida nada vale,
ni nada de lo que quiera
o anehele, para lo unico
que sirvo son los placeres.

Ni mi rey, ni mi pueblo,
ni mi familia, nadie,
valora lo que hay
debajo de estas carnes."

Escucho con atención,
no pierdo detalle,
no se que decir,
prefiero callarme.

"Me enamoré de un caballero
que parecía diferente,
era mas noble y humano,
solo quería violarme.

Escapé de mis tierras
buscando ser feliz,
no he conocido a nadie
que me haya hecho sonreír.

Solo busco un lugar
en el que poder vivir,
crear un buen hogar
hasta que llegue mi fin."

Agacho la mirada,
la abrazo con ternura,
ha caído en buenas manos,
conocerá la dulzura.

Sangre y dolor
he notado en sus palabras,
ha sufrido por amor,
malas historias pasadas.

Ya no sé que pensar,
quién era el caballero,
de que tierras será,
¿su corazón me habrá abierto?

¿Por qué sino contar
todo ese sufrimiento?
¿Por qué sino abrazar
y regalar un llanto entero?

Decido hablar
pues sería grosero
escuchar sin dar consejo,
digo al empezar:

"Disculpas te pido
por todo el daño vivido,
yo también me escapé
por fracasos de amores.

Todo es cuestión
de encontrarlo,
puede aparecer
sin ser esperado."

Al notar como su cara
se despega de mi hombro
decido parar de hablar
por si he errado en lo narrado.

Con delicadeza y cautela
un dedo se desliza por su mejilla
secando con firmeza
las lágrimas marchitas.

Su rostro se eleva
muy lentamente,
destapando sus ojos,
espejos del dolor.

"He de confesarte
que no tengo nombre,
ni apellidos,
renuncié a ellos.

Si los hubiese tenido
habría sido obligada
a acostarme con un caballero
con barba blanca.

Puedes llamarme
a tu antojo,
al igual que puedes
decirme tu nombre".

Me quedo frío nuevamente,
no tiene apellidos ni nombre,
ya tampoco los tengo
los cambié por dinero.

"A ser sincero
en un pasado fui nombrado,
pero mis necesidades
me obligaron a cambiarlos.

Anhelo volver a tener
uno en un futuro no lejano,
al igual que anhelo
morir enamorado."

Esas tristes palabras han bastado
para que me tienda su suave mano,
notando así su frío interior,
el vacío que dejó el amor.

Ahora daremos un paseo,
las estrellas que despiertan
iluminarán el cielo
y la luna, el camino.

Mikel.